LA VOZ DE GALICIA | AROUSANOS EN SU RINCÓN | FRANCISCO BUCETA GÓMEZ «PASARÍN»«Mucha gente creía que estaba loco porque me pasé la vida caminando»
A sus 87 años sigue dedicándose a sus dos grandes pasiones: andar y fotografiar. No hay un lugar en la comarca que no haya pisado e inmortalizado con su cámara.
- Jesús Hierro
- 1/8/2009
Su gorra azul marino, su cámara de fotos analógica y su bastón de
madera de eucalipto. Un equipaje más que suficiente, a
la vez que imprescindible, para recorrer en solitario e inmortalizar el
pasado yel presente de la comarca.
El interés de Francisco Buceta, «Pasarín» por la fotografía, nació
cuando todavía trabajaba como acomodador de las butacas del
mítico cine Cervantes de Vilagarcía a mediados de los años
cincuenta.
A partir de visionar aquellas películas en blanco y negro le entró
el gusanillo de eso de la imagen. Su primera cámara de fotos
fue una Retina alemana que le costó 1.100 pesetas con la que
hizo sus primeros disparos por las aldeas de la comarca,
«tratando siempre de enfocar bien lo que fotografiaba».
En aquellos años compaginaba la pasión por la fotografía
con el trabajo de acomodador.
Fotografiando el mundo
Así fue hasta que en 1966 decidió embarcarse para trabajar
como camarero en las rutas que el barco en el que navegaba
hacía a puerto. Durante su estancia en altamar aprovechaba
las escalas siempre que podía para fotografiar tierras lejanas
y desiertos remotos que generalmente recorría en Land Rover.
Dakar, la Angola portuguesa, Mauritania, lugares
que quedaron inmortalizados por la cámara de Pasarín. Entre
ellos,Ciudad del Cabo que le dejó impactado. «Dudo que exista
en el mundo una ciudad tan bonita como esa», asegura Pasarín.
Llevaba ocho años surcando los mares, cuando en las costas
del desierto de Mauritania sufrió un accidente a bordo que le
costóla visión de un ojo. Regresó entonces a tierra firme para
volcarse con la fotografía y por supuesto, para caminar. Fue
entonces cuando instaló un pequeño laboratorio de revelado
en la avenida de la Marina para dedicarse ya por completo a
este oficio. Sin embargo, posteriormente, todavía se echaría
al mar algunos años más enrolándose en un barco frigorífico.
Tiene miles de instantáneas realizadas. Muchas de ellas de los
más variopintos personajes de la comarca del último cuarto de
siglo. «Muchos no te compraban la foto, pero yo las archivaba,
y hoy esos negativos me están dando dinero». Retratos pero
también paisajes. De las Torres de Oeste por ejemplo, uno de
sus rincones favoritos de Arousa.
La foto que más le gusta es aquella que hace sin que se le vea.
Donde los personajes no posan ni se esperan la instantánea.
«Esas fotografías que sacaba sin avisar siempre me las
compraban, nunca me devolvían una. Esas eran las mejores.
Tengo grandes instantáneas de personas conversando en las
puertas de las casas, tabernas por las calles», asegura un
satisfecho Pasarín.
Haciendo camino
Otra de sus pasiones, y para él inseparable de la fotografía,
es caminar. Pasó, y pasa toda su vida caminando. Siempre
con una vara en sus manos, lo que tiene explicación. «Fue
a raíz de haber tropezado, hace ya muchos años, con un
serpiente en una caminata por el monte desde Siete Coros
hasta Catoira». Desde ese día siempre lleva un bastón,
por supuesto, fabricado por el mismo.
Pasarín ha «pateado» Arousa durante más de medio siglo.
Conoce cada cuesta, cada curva, cada palmo. «La comarca
ha cambiado mucho pero también lo ha hecho la gente»,
asegura. Caminaba siempre solo pero sin embargo disfrutaba
parándose a charlar con quienes encontraba a su paso,
especialmente los ancianos.
Nadie era capaz de seguirle el ritmo. «Un día vino conmigo
un amigo que me decía que también caminaba. Al llegar al alto
de Fontefría se paró para quitarse una arena de la bota.
Un poco más adelante ya se quería sentar. Al final lo acompañé
hasta Abalo, y allí llamé a un taxi para que viniera a recogerlo».
«Hay que saber andar», asegura. Nunca ha tenido prisa por llegar
a los sitios. Siempre a un ritmo constante. «Con mi paso soy
capaz de llegar a donde haga falta» dice Pasarín.
El Camino de Santiago para él no tiene secretos.
«Yo ya he ganado mis propios jubileos». «Algún día he salido
de Vilagarcía, llegadoa Noia y después acabar en Padrón para
coger el último tren de vuelta para Vilagarcía».Siempre estaba
pendiente, eso sí, que allá donde fuera hubiera transporte para
poder regresar.
«Había quien por caminar tanto me tomaba un por loco.
No entendía que yo anduviera tanto». A sus 87 años sigue con
su gorra azul marino, su cámara de fotos analógica y su bastón
de eucalipto recorriendo la comarca. «Ahora ya no ando tanto,
mis piernas me lo permiten, pero mi médico no.
UNHA PEQUENA HOMENAXE A ESTA PERSOA QUE É PARTE DA HISTORIA DA NOSA COMARCA.
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